SU CANCIÓN Y ELLA
Todavía me arrulla y me serena la canción de mi madre. Era una anciana desde siempre y sabia; una muchacha hasta la tumba, y viva.
Aquel regazo tierra ya, sus manos laboriosas, su frente, aquel miedo en amor, aquel desvelo. Supo leer el riesgo en las estrellas y anunciar prematura la sonrisa, y tenía un valor de vivir, una tan ancha, gratitud de vivir.
La pensé inacabable; aún transcurre por las noches conmigo, y me apacigua.Como un niño, despierta, me despierta, me incorpora, se queda cuando todos se despiden y parten, cuando nadie me promete volver, ni vuelve nadie. Un puñado de cal, allí, no es ella. Ella es ésta que viene a recobrarme. La hermosura, el dolor, una abnegada soledad que me puebla, una alegría, sin motivo, un retorno a ser pequeña.
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