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sábado, 2 de diciembre de 2006



SU CANCIÓN Y ELLA

Todavía me arrulla y me serena la canción de mi madre. Era una anciana desde siempre y sabia; una muchacha hasta la tumba, y viva.
Aquel regazo tierra ya, sus manos laboriosas, su frente, aquel miedo en amor, aquel desvelo. Supo leer el riesgo en las estrellas y anunciar prematura la sonrisa, y tenía un valor de vivir, una tan ancha, gratitud de vivir.
La pensé inacabable; aún transcurre por las noches conmigo, y me apacigua.Como un niño, despierta, me despierta, me incorpora, se queda cuando todos se despiden y parten, cuando nadie me promete volver, ni vuelve nadie. Un puñado de cal, allí, no es ella. Ella es ésta que viene a recobrarme. La hermosura, el dolor, una abnegada soledad que me puebla, una alegría, sin motivo, un retorno a ser pequeña.

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PUÑADOS DE POLVO

Mi foto
Por la persiana entornada entra al comedor en penumbra, un rayo de sol matinal. Y por la misma rendija sale a la calle, oblicua hacia arriba, una banda ancha y dorada de moléculas. Parece una legión de bailarines, pues, mirando atentamente, veo que cada uno de los puntitos rubios gira de una manera vertiginosa sobre sí mismo. Si yo supiera física, ¡cuantas observaciones podría hacer ahora! Pero no sé nada más que imaginar y soñar. Y miro con envidia a esa banda de átomos que se va a correr el mundo, llevándose quizás el secreto de todas mis intimidades. ¡Oh granitos de polvo que vais a ver lo que yo no he de mirar jamás: bosques, mares, ciudades, templos, auroras boreales, maravillas! De soplo en soplo, de ráfaga en ráfaga, recorréis la tierra, sorprenderéis el secreto de mil mujeres, y cuando el viento os vuelva a traer otra vez a este lugar, quizás haya transcurrido un gran montón de siglos. Yo no seré ya más que un puñadito de polvo amarillo. Y entonces me iré a danzar y a correr por el mundo con vosotros.