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jueves, 16 de febrero de 2012

 
 
 
No volveré a ser joven
Que la vida iba en serio
uno empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
 
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
envejecer, morir, eran tan solo
las dimensiones del teatro.
 
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable aroma:
envejecer, morir
es el único argumento de la obra.
 
Jaime Gil de Biezma

miércoles, 15 de febrero de 2012

AL FONDO DE LA ESCENA

 


He cruzado el umbral. Estoy en casa.
Después del frío, y el viento y los veranos
he venido. Saludo a los objetos
Con un suspiro grave y respetuoso.
La sala decorada con flores que parecen
desplomarse carnívoras sobre los comensales.
He ocupado mi silla. Alguien comenta
el precio escaso de la vida humana
en un país remoto y las noticias
dejan caer promesas de un futuro
que merezca la pena. La mujer
me sirve una sonrisa.
El hombre habla con ella como quien acaricia
un sueño que se hiciera cotidiano.
Bajo el mantel los niños se pelean.
La sal. El pan. La mesa como siempre:
cada cual en su sitio, absorto en la tarea
de ser el personaje que la trama
dispone.
Así, ya ves, somos felices.
Ignoramos que un día la ausencia de la madre,
esa silla vacía, inconcebible,
hará que el niño aquél -al fondo de la escena-escriba estas palabras.
Eduardo García

PUÑADOS DE POLVO

Mi foto
Por la persiana entornada entra al comedor en penumbra, un rayo de sol matinal. Y por la misma rendija sale a la calle, oblicua hacia arriba, una banda ancha y dorada de moléculas. Parece una legión de bailarines, pues, mirando atentamente, veo que cada uno de los puntitos rubios gira de una manera vertiginosa sobre sí mismo. Si yo supiera física, ¡cuantas observaciones podría hacer ahora! Pero no sé nada más que imaginar y soñar. Y miro con envidia a esa banda de átomos que se va a correr el mundo, llevándose quizás el secreto de todas mis intimidades. ¡Oh granitos de polvo que vais a ver lo que yo no he de mirar jamás: bosques, mares, ciudades, templos, auroras boreales, maravillas! De soplo en soplo, de ráfaga en ráfaga, recorréis la tierra, sorprenderéis el secreto de mil mujeres, y cuando el viento os vuelva a traer otra vez a este lugar, quizás haya transcurrido un gran montón de siglos. Yo no seré ya más que un puñadito de polvo amarillo. Y entonces me iré a danzar y a correr por el mundo con vosotros.